No sabía qué hacer. Yo tenía que encontrar a los invasores de mi isla antes de que ellos me hallaran a mí. Fui de nuevo a explorar el lugar, pero ahora con más cuidado. Se estaba haciendo de noche. Ya me iba a dar por vencido, cuando vi una pequeña fogata a lo lejos. Me acerqué muy lentamente. Encontré a un hombre durmiendo junto al fuego. No podía ver su cara, así que hice un poco de ruido para que se volteara. Entonces pude ver su cara. ¡Era Jim, el ayudante de la señorita Watson! No pude esperar y le hablé.
―¡Hola, Jim!
Él se levantó de un salto y me vio muy asustado, se puso de rodillas y me dijo:
―No me hagas daño, ¡por favor! Yo he sido bueno con los fantasmas.
No tardé mucho en hacerle entender que no era un fantasma. Luego me contó que la gente pensaba que me había muerto. Otros decían que alguien me había robado y tirado al río o que fue mi padre. Después dijo que cuando yo desaparecí, él escapó de la casa de la señorita Watson, porque lo quería vender como esclavo y alejarlo de su esposa y sus hijos. Como todos estaban distraídos con mi desaparición, aprovechó para huir. Llevaba en la isla el mismo tiempo que yo y no había comido bien, porque no tenía ni caña de pescar ni armas. Sólo se había alimentado de frutas y estaba muy hambriento. Entonces lo llevé al campamento y le compartí de mi comida. Preparamos algunos pescados y un par de pájaros que tenía guardados.
Así pasamos algunos días. Jim me contaba cosas de negros, como lo de la bruja que le quitó el sombrero. Yo me acordé de Tom Sawyer de inmediato. Lugo me hablo de las cosas que traen mala y buena suerte. Algunas partes se las creí, pero otras me parecieron tonterías.
Capítulo 9
Una mañana, decidimos seguir explorando la isla. Jim recordaba haber visto una cueva, así que fuimos hacia allá. Me pareció un buen lugar para escondernos y estar protegidos de las tormentas y los días calurosos. Yo me sentí muy cómodo, pues era un lugar seguro y no teníamos que hacer gran cosa para sobrevivir y estar tranquilos.
Comenzaron las tormentas y pasábamos el tiempo en la cueva sin preocuparnos de nada. Un día fuimos a la orilla del río a pescar. La corriente era muy fuerte por las lluvias, pues el río había crecido. Después de un rato, vimos una casa flotando en el agua. Se acercaba lentamente. Entonces, a toda prisa nos metimos en ella por la ventana del segundo piso que estaba fuera del agua. Ahí encontramos muchas cosas como ropa, dinero, cobijas y algunas cosas de mujer. También una cama y otros muebles. Todo lo llevamos a la orilla. Ahora teníamos más cosas para nuestro hogar. Era como haber encontrado un tesoro.
Capítulo 10
Así pasaron algunos días y yo empezaba a aburrirme. Por eso le dije a Jim que quería cruzar el río a ver qué había pasado. Me recomendó que fuera por la noche para que nadie me descubriera. Luego dijo que también sería bueno disfrazarme. Entonces me dio uno de los vestidos que habíamos encontrado en la casa flotante y un sombrero de mujer. El plan era vestirme como niña para que nadie me reconociera. Tuve que practicar mucho.
Después de un rato, cuando Jim estaba seguro de que podía engañar a cualquiera, me fui. Llegué a la otra orilla y caminé un poco. Había una cabaña pequeña que antes estaba abandonada. Ahora se veía la luz de las velas adentro. Me acerqué con mucho cuidado y vi a una mujer que no conocía. Como el pueblo es muy pequeño, puedo decir que conozco a todos, pero era claro que esta señora era nueva por aquí. Eso me animó porque sería más difícil que me reconociera. Podía contarme todo lo que pasó desde mi partida. Toqué a la puerta y decidí no olvidar que era una niña.
Capítulo 11
―Adelante ―me dijo la mujer y obedecí―. ¿Cómo te llamas?
―Sarah Williams ―dije.
―¿De dónde vienes?
―De Hookerville. Algo lejos de aquí. Vine caminando y estoy muy cansada. Mi madre enfermó y somos pobres. Vine a buscar a mi tío Abner Moore. ¿Lo conoce?
―No. Llevo poco tiempo aquí y aún no los he visto a todos. Pero puedes quedarte y descansar. Quítate el sombrero ―dijo mientras me veía con curiosidad.
―Así estoy bien. Sólo descansaré un rato.
Me advirtió que no me dejaría ir. Su esposo iba a llegar más tarde y me acompañaría a buscar a mi tío. Luego empezó a hablar de cómo había llegado a. Yo me aburrí hasta que habló de mi desaparición y del dinero que Tom Sawyer y yo encontramos. También dijo que mi padre era muy malo y yo también. Luego le pregunté:
―¿Y qué dicen de Huckleberry y su desaparición?
―Muchas cosas. Algunos piensan que su padre lo desapareció porque quiere quedarse con el dinero de su hijo. No lo han visto desde hace mucho. Tal vez porque sí es culpable. Pero otros creen que pudo ser un negro que se escapó ese mismo día. Se llama Jim. Ahora ofrecen una recompensa por atraparlo.
―Entonces, ¿ahora buscan al negro? ―pregunté nervioso.
―Claro. Con la recompensa que ofrecen, no les importa si fue él o no. Además, creen que no ha ido demasiado lejos. Yo pienso que podría estar en la isla de Jackson, porque hace poco vi humo que salía de ahí. Las personas dicen que no vive nadie en ese lugar. Ya no se ha visto humo, pero nada perdemos con ir a averiguar. Por eso mi marido y su amigo irán a ver.
Eso me puso muy nervioso. Tenía que hacer algo con las manos, así que tomé de la mesa un hilo y una aguja y traté de ensartarla. Cuando la mujer dejó de hablar, me miraba muy curiosa. Por eso dejé de hacerlo.