Una rana vivía muy feliz en un pantano profundo. En cambio, su vecina tenía su casa en un charco cerca del camino. Como ya te imaginarás, el grillo era amigo de las dos.
La del pantano le decía:
—Vente conmigo. ¡Aquí estarás mejor y más segura!
Pero no se dejó convencer.
—No quiero dejar mi casa. Aquí estoy a gusto y me siento satisfecha.
Pero un día pasó una carreta por ese charco y ¡le destruyó su casa a la pobre rana que no quiso mudarse!
La rana se puso a llorar.
El grillo le dijo:
—¿Cuántas veces te ha pasado lo mismo? Una y otra vez tienes la oportunidad de mejorar y no lo haces.
La rana se dio cuenta que el grillo tenía razón y comenzó a buscar un nuevo lugar para vivir.
La rana gritona y el león
Una vez el león escuchó el croar de una rana. ¡Hacía casi tanto ruido como el grillo en la noche! El felino volteó a ver hacia el lugar de donde venía el sonido. Pensó que era algo importante.
Esperó y observó con atención durante un tiempo. Cuando vio a la rana salir del pantano, se le acercó. La rana no estaba diciendo nada de valor.
—¡Tú tan pequeña y gritando de esa manera! ¡Creí que tus palabras eran sabias! —gritó el león.
El grillo se fue con él y le dijo:
—Yo también creí que estaba diciendo algo importante, pero no todos los animales piensan mucho lo que dicen.
Entonces se fue a buscar un libro para regalárselo a la rana, así podría aprender cosas maravillosas y hablar sobre ellas.
El león y el pastor
Un pastor perdió a un ternero. Lo buscó por todas partes pero no lo pudo encontrar. Entonces le dijo al dios Zeus:
—¡Te sacrificaré un cabrito si me ayudas a descubrir quién se lo robó!
Después de eso entró al bosque. Luego vio a un león comiéndose al ternero. Entonces levantó las manos al cielo y dijo:
— Oh, grandioso Zeus, antes te prometí un cabrito si encontraba al ladrón. ¡Ahora prometo sacrificarte un toro si haces que el león no me coma!
El grillito, que lo había visto todo, pensó: “yo creo que los hombres nosaben lo que quieren. Por eso a mí me encanta ser animal”.
El león y el mosquito volador
Un mosquito se acercó al león y le dijo:
—No te tengo miedo. ¡No eres más fuerte que yo! Si crees lo contrario, ¡demuéstramelo!
El grillito estaba muy emocionado, nunca había visto a un insecto pelear contra una gran fiera.
—¿No te das cuenta que araño con mi garras y que muerdo con mis dientes? —dijo el león.
—Eso lo puede hacer cualquiera, hasta un niño pequeño. Ya lo dije, soy más fuerte que tú. Si quieres te lo compruebo.
El león aceptó. Entonces el mosquito lo atacó en la nariz porque no tiene pelo que lo cubra. ¡El insecto ganó el combate! Después de eso, celebró tanto que se enredó en la tela de una araña. De ahí ya no pudo salir.
El mosquito se puso triste. “He vencido al más poderoso y perdí contra una simple araña”, pensó.
El grillo, que estaba muy contento con la victoria del insecto, también se entristeció al verlo perder.
“Nunca se sabe quién es el más fuerte”, pensó. Luego se fue saltando a buscar a otro león amigo suyo.
El buen rey león
Había un león que no se enojaba. Tampoco era cruel o violento. ¡Al contrario! Todos hablaban de su amabilidad y justicia. ¡Esto le permitió llegar a ser rey! Y claro, era el mejor amigo del sabio grillito.
La tímida liebre dijo:
—Siempre quise ver este día. Ahora los débiles somos respetados por los más fuertes.
Y luego corrió lo más fuerte que pudo.
—¿Por qué huyó la liebre? — le preguntó el león bueno al grillito.
—Porque no importa qué tan noble seas, las liebres siempre le tendrán miedo a los leones.
El león atrapado y el labrador
Un león entró al corral de un labrador. Éste lo quiso atrapar, por lo que cerró la puerta tras él. ¡El león no podía salir! Entonces se comió a los carneros que estaban platicando con el grillito. ¡De pura suerte se salvó nuestro amigo!
Al labrador le dio miedo que también lo devorara a él. Por eso abrió la puerta.
Por suerte, la fiera se fue. El labrador comenzó a quejarse y a llorar. Al escucharlo, la esposa le dijo:
—No sufras, tienes lo que te buscaste. ¿Por qué atrapaste a un animal que debe ser libre?
—Yo por eso nunca me meto a pelear con los más fuertes —le dijo el grillito a la esposa, y ella le regaló un hoja para comer.