La zorra que comió demasiado
Una zorra tenía hambre. Para su suerte, se encontró unos pedazos de carne y de pan. Estaban en el hoyo del tronco de un árbol. Unos pastores los escondieron ahí. ¡Ella entró y se los comió todos!
Como era mucha comida, su panza se le hizo grande y ya no pudo salir. ¡Estaba atorada! Luego comenzó a llorar. Se puso muy triste por no poder escapar.
¡El grillo estaba muerto de risa! Aunque él es bueno, hay que aceptar que la zorra se veía muy chistosa así.
Por casualidad, otra zorra pasó por ahí. Cuando la escuchó, se acercó para preguntarle:
—¿Qué tienes, amiga?
—Me quedé atorada y no puedo salir.
—Sólo debes quedarte tranquila. Al pasar un poco de tiempo, volverás a ser delgada. Así saldrás con facilidad —contestó la otra zorra.
El grillo se acercó a ambas y les dijo:
—Quiero pedir perdón por reírme. También quiero decirles que a partir de hoy aprenderé a ser paciente. ¡Ya vi que sólo así se solucionan los problemas!
La zorra y el nopal
El grillo estaba parado en el nopal cuando vio a una zorra que saltaba de piedra en piedra. ¡Ella estuvo a punto de caerse! Para no lastimarse, se agarró del nopal, pero ¡sus espinas se le clavaron! Al sentir el dolor, le dijo a la planta:
— ¡Me acerqué a ti para que me ayudaras y en lugar de eso, me has herido!
A lo que el nopal respondió:
—Amiga, si ya sabes que siempre lastimo a todo el mundo. No debiste acercarte.
El grillo no entendió por qué el nopal dijo eso, porque a él no lo había lastimado. De todos modos, le comentó a la zorra:
—Yo creo que deberías pensar a quién le pides ayuda. ¡El nopal tiene espinas! Para la otra, mejor acércate a un arbusto de esos que son muy suavecitos.
La zorra y el leñador
Unos cazadores estaban persiguiendo a una zorra que traía al grillo en el cuello. Ella vio un granero y fue hacia él. Al llegar, le dijo al leñador:
—¡Por favor, escóndeme! ¡Me van a atrapar!
—Métete pronto a la cabaña —dijo el hombre.
Casi de inmediato llegaron sus perseguidores. Ellos le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
—No, yo no he visto nada —dijo el leñador, pero el muy malvado, con su dedo estaba señalando la cabaña.
Los cazadores no entendieron lo que quiso decir con esas señas y se fueron.
La zorra los vio marcharse. Luego se fue sin decirle nada al leñador.
—¿Por qué no me das las gracias? ¡Por mí te salvaste! —gritó muy molesto el leñador.
—Te hubiera agradecido, pero mi amigo el grillo me dijo lo que sucedió. Con tu boca dijiste que no sabías dónde estaba, pero con tu dedo me estabas señalando —contestó la astuta zorra y se fue de ahí.
—Mi mamá siempre dice “si me prometes que te vas a portar bien, hazlo”, porque debemos cumplir con nuestra palabra —le dijo el grillo a la zorra.
La zorra y los racimos de uvas
Una zorra tenía mucha hambre. De pronto vio unas ricas uvas en las que estaba parado nuestro grillito. De inmediato trató de alcanzarlas.
Hizo su mejor esfuerzo, ¡pero no logró tomarlas! Aunque casi tira al grillo.
—Al fin que ni quería esas uvas verdes —dijo la zorra
Antes de que se fuera, el grillo le gritó:
—¡No te des por vencida! Si te gustan estas frutas, no dejes de luchar por ellas.
La zorra y la pantera
La zorra y una pantera estaban discutiendo.
—Yo soy la más hermosa —dijo la Pantera—. Tengo la piel más linda de todas.
La zorra contestó:
—Entonces yo soy mucho más bella. Mi cuerpo no es tan bonito, ¡pero mi espíritu es hermoso!
Al escucharlos, el grillo se acercó.
—Pues yo soy bonito por fuera y por dentro, ¡así que gané! —dijo mientras soltaba una carcajada—. No se crean, eso fue una broma. Aunque sí pienso que todos somos bellos en el interior y en el exterior.