Veinte años después para niños

Veinte años después: el resumen

Esta historia es la segunda parte de Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. ¿Te acuerdas de ella? ¡Es emocionante! En esa obra, Dumas nos presenta a sus famosos personajes: D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis. Si no has leído la primera parte, no te preocupes, entenderás todo. ¡Pero no te la pierdas!

Esta es una versión infantil y juvenil del libro, por lo que es un resumen que tiene todas las aventuras del libro, pero cuenta con un lenguaje adecuado para los lectores de esta edad.

Disfrútalo mucho y no olvides compartilos con todos tus amigos, para que lo comenten después. 

Veinte años después para niños

Veinte años después para niños y jóvenes

Capítulo 1

En el palacio del cardenal hay un hombre sentado con la cabeza apoyada en los brazos. Era como la sombra de Richelieu, pero no era él, porque éste murió. El hombre estaba cansado. En esa época ya nadie le hacía caso al rey y en las calles había peleas y caos.

Tenemos que presentarte a este personaje nuevo y muy importante: el cardenal Mazarino. Él tomaba las decisiones en Francia. Nadie lo quería, ni el pueblo ni los hombres poderosos. Fue quien tomó el lugar de Richelieu.

Mientras estaba sentado, podía escuchar a la gente gritar desde afuera: ¡Muera Mazarino! Nadie lo amaba porque todos pensaban que se había robado el poder de Francia, y sobre todo, porque era italiano y no francés.

El cardenal le preguntó a su ayudante:

—¿Quién está de guardia?

—Los mosqueteros negros, señor.

—¿De qué compañía?

—La de Tréville, señor. El capitán de los mosqueteros.

—¿Qué oficial está al mando?

—El teniente D’Artagnan.

—¡Ése es de los buenos! ¡Es toda una leyenda! Tráeme un uniforme de mosquetero y ayúdame a vestir.

El cardenal se cambió la ropa. ¡En verdad parecía un mosquetero! Luego mandó llamar a D’Artagnan.

En ésa época, nuestro héroe era un hombre de cuarenta años. Delgado pero fuerte. Tenía una barba negra y los cabellos largos con algunas canas.

—¿Eres el caballero D’Artagnan? —preguntó el cardenal.

—El mismo, señor.

—Ya había escuchado hablar de ti. Vas a venir conmigo, o mejor dicho, yo voy a ir contigo. Quiero visitar las guardias que rodean el palacio real. ¿Crees que exista algún peligro?

—Con el uniforme que trae puesto no le pasará nada. ¡Todos respetan a los mosqueteros! Además, con cuatro hombres puedo espantar a cien.

—¡Vamos! —dijo el cardenal.

Capítulo 2

Mazarino, D’Artagnan y sus hombres salieron a las calles en caballos. La gente parecía enojada. El teniente de los mosqueteros cabalgaba como si no pasara nada a su alrededor. “¡Qué tranquilo se ve!”, pensó el cardenal.

Al llegar a una de las guardias, Mazarino se puso a platicar con uno de los jefes. Éste le explicó que había algo llamado La rebelión.

—¿Qué es eso de La rebelión? —preguntó Mazarino.

—Es un partido. Los hombres que no están de acuerdo con el gobierno se han unido para atacarlo. Ahora muchos dicen ser de La rebelión. En todos lados se oye la palabra. Escuche, ahí va una mujer cantando:

Se ha levantado un viento,

como de Rebelión

que contra Mazarino,

será su perdición.  

El jefe de los guardias se enojó mucho por los versos de la mujer. Sacó su pistola y ya iba a disparar cuando Mazarino dijo:

—¡No lo hagas! Vas a echar a perder todo. Conozco bien a los franceses. Ahora cantan, pero luego van a llorar. Los italianos sabemos tener paciencia.

El pequeño grupo siguió su camino. La gente decía:

—Pobre de nuestro rey. ¡Es tan pequeño! (el nuevo rey, Luis XIV, sólo tenía diez años). Todo es culpa del monstruo de Mazarino.

El cardenal y su guardia regresaron al palacio. Mazarino pensó: “la gente está muy molesta. Las cosas se pueden volver feas. Y más si no logro que la reina esté por completo de mi lado”. En aquel entonces, como Luis XIV no podía gobernar por su edad, Ana de Austria, su mamá, era quien lo hacía.

Mazarino le preguntó a un viejo capitán del ejército francés.

—Dígame, ¿cómo es D’Artagnan?

—Es gran amigo de la reina. Como soldado es un valiente.

—Necesito más información que ésa.

—Entonces debe preguntarle a… ¡el conde de Rochefort! —dijo el capitán—. Por desgracia, desapareció hace cinco años.

Rochefort fue el gran enemigo de D’Artagnan en el primer tomo de esta historia.

—Ya me enteraré qué le pasó.

—Tenga mucho cuidado. Era el hombre favorito del cardenal Richelieu. Él les pagaba mucho dinero.

Luego Mazarino llamó a D’Artagnan y le dio la orden de llevar una carta sellada que acababa de escribir al palacio de la Bastilla. ¡Tráeme preso a quien le he escrito!

 

Capítulo 3

Cuando llegó D’Artagnan a la Bastilla, el gobernador mismo salió a recibirlo. Éste mandó llamar al prisionero. ¡Nuestro héroe se sorprendió muchísimo cuando lo vio! Se metió con él en la carreta y le dijo:

—¡Tú eres Rochefort! ¿Verdad?

—¡D’Artagnan! —dijo Rochefort también sorprendido.

—¡Ay, pobre amigo! —dijo D’Artagnan—. Hace como cuatro o cinco años que no te veía.

No conocemos con exactitud cómo es que estos dos personajes se hicieron amigos. Lo que sí sabemos, es que los dos eran tan inteligentes y buenos guerreros, que siempre se admiraron el uno al otro.

—¿Por qué estás encerrado en la Bastilla? —preguntó D’Artagnan.

—No lo sé, yo no cometí el crimen por el que me metieron. En fin, mejor cuéntame de tus amigos.

—¿Qué amigos?