El ratón se puso a saltar de felicidad y a mover la cola. Estaba tan emocionado que corrió hacia la mesa y se llenó la boca con el queso. Justo en ese momento apareció la señora con la escoba y le quitó las ganas de seguir robando.
De vuelta a la historia de Sherezada
Al escuchar el cuento, el rey se sintió muy mal, pues se dio cuenta que Sherezada ya estaba confiando en él y lo echó todo a perder.
—Vamos a pensar que fue un pequeño error —le dijo la joven.
El rey se alegró y se fueron a dormir.
A la noche siguiente, Sherezada le dijo:
—Como veo que has cambiado mucho, te diré mi narración favorita. Y entonces, le contó la historia de Simbad el Marino (puedes leerlo ahí, pero espera hasta que acabe este libro para que no te pierdas el final).
Cuando la bella joven acabó el relato, vio que el rey lloraba desconsolado.
—¿Qué tienes, amado mío?
Porque sí, Sherezada ya amaba al rey que se había vuelto bueno.
—No lo sé —dijo el monarca—. No puedo creer la bondad que hay en los corazones humanos. Te prometo que nunca volveré a hacer daño. Seré el rey más bondadoso en la historia.
—Sé que así será —dijo ella.
—Pero prométeme algo —dijo el rey.
—¿Qué deseas?
—Que me cuentes historias cada noche.
—Lo haré. Siempre habrá un relato para ti.