Las mil y una noches página 6

El halcón del rey Sindabad

Dicen que el rey Sindabad fue el mejor entrenador de halcones de toda la historia. Cuando salía a cazar, siempre llevaba a su halcón favorito. A él le daba a beber de un pequeño vaso de oro.

Como el rey quería atrapar una gacela, tomó su arco, le disparó… y falló el tiro. ¡No lo podía creer! Entonces le dijo a su halcón:

—¡Vamos, síguela!

El ave siguió la orden de inmediato y se adentró en el bosque. El rey la siguió y caminó y caminó, hasta que ya no supo dónde se encontraba. Entonces lanzó un silbido agudo y el halcón llegó a su brazo en pocos segundos.

Como él y el ave estaban cansados, el rey tomó el vasito de oro y lo llenó de una fuente que brotaba de un árbol. Se lo dio al halcón, pero éste lo tiró con una pata. El rey cogió el vaso por segunda vez, iba a dárselo al caballo, pero el halcón le pegó. El agua cayó de nuevo. El emperador lo llenó de nuevo e iba a tomar. El ave abrió sus alas y golpeó el vasito tirándolo al piso.

—¡No puedo estar más enojado contigo! —gritó el rey—. No nos dejas beber ni a mí ni al caballo, ¡y tampoco lo haces tú!

Entonces el emperador, furioso, le dio un golpe al halcón.

—¡Mira lo que hay en el árbol! —gritó el ave.

El rey levantó los ojos y vio una serpiente. El líquido que corría por el árbol era su veneno. Entonces el emperador se arrepintió de haber golpeado al halcón, pero éste era muy orgulloso, así que emprendió el vuelo y nunca volvió.

De vuelta a la historia de Sherezada

A la noche siguiente ocurrió lo de cada caída del Sol. El rey mandó llamar a su visir para que le llevara a una joven muchacha. ¡No quería que hubiera felicidad en el reino!

Sherezada se acercó a él y le dijo:

—No debes hacerle daño a nadie. Tú crees que es lo mejor, pero no es así. Debes confiar en mí.

—Yo no confío en nadie. Ni siquiera en tu padre, el visir.

—En algo debemos creer. Te contaré una historia para que lo comprendas.

A este príncipe del que hablaré, le gustaba mucho la caza con galgos. Éstos son unos perros que corren muy rápido. El joven quiso salir y su padre, el rey, le pidió al visir que lo acompañara.

Historia del príncipe y la mujer vampiro

Todo parecía normal, pero de pronto vieron a un animal monstruoso.

—¡Ataca a esa fiera! ¡Persíguela! —le dijo el visir al príncipe.

El joven hizo caso y la siguió. Lo malo fue que todos lo perdieron de vista. ¡No sabían dónde estaba!

El príncipe estaba impresionado, porque la bestia desapareció ante sus ojos. Sin saber a dónde ir, siguió el camino y se encontró con una joven esclava que estaba llorando.

—¿Quién eres? —le preguntó el príncipe.

—Soy la hija de un rey de la India. Iba en una caravana por el desierto. Me dio sueño y me caí del caballo sin darme cuenta. Entonces me quedé sola, triste y abandonada.

Al escucharla, al príncipe le causó lastima la muchacha. Así que la incluyó a su grupo de caza para llevarla al castillo. Al pasar por un bosquecillo, la esclava dijo:

—Espera, reconozco este lugar. Por aquí me desmayé. Creo que en este sitio debe estar un collar que perdí. Es muy importante. Debo buscarlo.

Ella bajó del caballo y se fue por un camino angosto. Al ver que tardaba mucho, el príncipe fue a buscarla. Entonces vio que la esclava era un vampiro y le decía a sus hijos:

—¡Mis niños! ¡Les traigo un joven muy robusto para que lo devoren!

—¡Excelente, madre, ya tenemos mucha hambre! —decían los vampiritos.

Cuando el príncipe escuchó todo esto, creyó que iba a morir. Todo el cuerpo le temblaba de miedo mientras regresaba al camino.

Cuando salió la mujer vampiro de su escondite, ya como una muchacha normal, lo vio temblar y le dijo:

—¿Por qué tienes miedo?

—Hay un enemigo que me inspira terror —contestó el joven.

—Pero… ¡tú eres un príncipe!

—Así es.

—Pues dale dinero a tu enemigo para que no te haga daño.

—No le interesan las riquezas. Desea mi alma.

—Entonces, pídele a Dios que te salve —dijo la esclava con una sonrisa malvada.

Y eso hizo el joven. Se puso de rodillas y comenzó a orar:

—¡Oh, tú que cuidas de todos los hombres y escuchas cuando te hablamos, libérame de mis enemigos y del mal!

Cuando la mujer vampiro escuchó esas palabras, desapareció en un torbellino de humo y tierra. Así, el príncipe pudo volver junto a su padre.