La Iliada página 6

El hombre sabio dijo:

—Héctor, debes hacer caso de la señal que Zeus nos acaba de mandar. Nosotros somos como el águila y ellos como el dragón. Si tratamos de destruirlos completamente ahora, ya no podremos regresar con bien.

—Creo que has perdido la razón. Recuerda que Zeus me prometió la victoria. Yo no le hago caso a los falsos mensajes de un ave. Debes ser valiente y no temer a nada de lo que vaya a ocurrir. Si tú te vuelves cobarde, o con tus palabras haces que otro sea miedoso, yo mismo acabaré contigo —le respondió Héctor.

Héctor avanzó y todos lo siguieron con gritos. Zeus, a quien le encanta lanzar rayos, envió un viento furioso sobre los aqueos. Ellos tuvieron miedo, mientras que los troyanos se sentían valientes.

Áyax recorría todo el ejército de los aqueos para intentar que lucharan con valor. Del otro lado del muro, Héctor todavía no rompía la puerta para poder entrar. Sarpedón, un jefe de los troyanos rompió una parte de la muralla, pero no podía atravesarla, por lo que pidió ayuda a su gente.

Aunque ya estaban muy cerca, los aqueos no dejaban de luchar. De los dos bandos había muchos derrotados.

—Vamos, troyanos. ¡Salten el muro y préndanle fuego a los barcos —gritó Héctor.

Lo escucharon y saltaron el muro con sus lanzas en las manos. El jefe de los troyanos tomó una piedra tan grande que dos hombres no podrían levantarla. La arrojó con todo su poder hacia la puerta que se rompió.

Héctor se metió y atacó ferozmente. Sólo un dios hubiera podido detenerlo. Los aqueos corrieron a sus barcos y se hizo un gran alboroto.

Canto 13

Los troyanos estaban a punto de vencer a los aqueos. Poseidón salió del mar para verlo todo. Estaba molesto con Zeus, porque él quería al pueblo de Agamenón. Se puso una túnica dorada, subió a su carro tirado por caballos, y fue hacia los barcos.

—Áyax, tú salvarás a tu pueblo si te acuerdas de tu valor. Sólo si me escuchas podrás vencer a Héctor —le dijo Poseidón mientras lo tocaba para darle fuerza y valentía.

Héctor seguía avanzando, pero los aqueos ahora tenían de su lado a Poseidón y sentían que no podrían perder. Atacaron Héctor e hicieron que se detuviera. Había ataques y gritos por todos lados.

Cuando los troyanos vieron al guerrero Idomeneo frente a ellos, se fueron contra él. La pelea fue intensa por ambas partes. Había lanzas y espadas por todos lados. Poseidón se había transformado en hombre para que Zeus no lo descubriera y animaba a su ejército.

Idomeneo estaba causando muchas bajas al ejército de Troya. Eneas, un héroe casi tan valeroso como Héctor, lo vio y se fue a atacarlo.

—¡Vengan a ayudarme! —gritaba Idomeneo—. Eneas es joven y fuerte. Si tuviéramos la misma edad sería diferente.

Los aqueos fueron a cubrir a su héroe. Eneas también pidió la ayuda de sus comandantes. Al verlos, Eneas estaba contento del valor de la gente que lo seguía. Se hizo un gran combate cuerpo a cuerpo. El troyano le arrojó su lanza a Idomeneo, pero la esquivó y se quedó clavada en el suelo. Idomeneo atacó a otro troyano, y perdió su lanza en él. Eneas también atacaba a otros aqueos a los que iba venciendo uno a uno.

Menelao, en cambio, venció a muchos troyanos. Héctor no sabía que su ejército estaba siendo derrotado del otro lado de la batalla. Los troyanos atacaban los barcos, pero no podían tomarlos. Un hombre sabio del dijo Héctor que hiciera una reunión con sus jefes para decidir si tomaban los barcos o si se quedaban ahí para luchar, porque estaban perdiendo muchos hombres.

—Llama a los jefes para la reunión, yo mientras iré al otro lado de la batalla para dar las órdenes necesarias —dijo Héctor.

Al llegar ahí, regañó a Paris porque estaban perdiendo. Paris le explicó que habían luchado con toda su fuerza, pero que los aqueos también y los superaban en número. Héctor comenzó a luchar. Estaba derrotando a muchos aqueos cuando se encontró frente a frente con Áyax.

—Nosotros somos expertos en la guerra. Quieres destruir nuestros barcos, pero nosotros vamos a defenderlas. Antes de que lo consigas, nosotros tomaremos tu ciudad —le dijo Áyax al jefe de los troyanos.

Héctor le contestó y fue a luchar contra él. Ambos ejércitos lucharon frente a frente. El ruido que producían llegaba hasta los oídos de Zeus.

Canto 14

Néstor, Agamenón y Diomedes discutían sobre lo que estaba sucediendo en la batalla.

—Es claro que Zeus desea que los troyanos ganen. Alejemos los barcos que se encuentran más cerca de la orilla —dijo Agamenón.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó enojado Ulises, que también estaba ahí— Deberías estar al frente de un ejército de cobardes y no de nosotros. Calla, y que no escuchen los aqueos estas palabras.

—Vamos a luchar, aunque estemos heridos —dijo Diomedes.

Todos los escucharon y le hicieron caso. Un viejo se le acercó a Agamenón para decirle que los troyanos iban a huir. Era Poseidón disfrazado de hombre. Hera lo vio desde lejos y se puso contenta de que ayudara a los Aqueos. Como ella también quería participar, le pidió a Afrodita que le diera el amor que ella manejaba para usarlo contra Zeus. Se encontró con Sueño y le dijo:

—Por favor, duerme a mi esposo.

—Si me lo pidieras con cualquier otro dios, lo haría con gusto, pero no puedo hacerlo con Zeus si él no me lo pide —contestó Sueño.

—Si lo haces, te daré como esposa a la más joven de las Gracias.

Sueño la amaba desde hacía mucho tiempo, por lo que aceptó el trato. Hera fue con Zeus, quien le pidió que se quedara acostada con él. Sueño hizo que se durmiera y fue a decirle a Poseidón:

—Rápido, ayuda a los aqueos en lo que Zeus está dormido.

El dios de los mares fue con los aqueos. Les pidió que tomarán los escudos más grandes y las lanzas más largas. El mismo Poseidón comandaba el ataque. La batalla fue terrible. Héctor lanzó primero su lanza en contra de Áyax, le dio, pero en un lugar que estaba bien cubierto. El aqueo regresó el golpe con una gran piedra que le dio en el pecho. Héctor cayó en el piso. Los aqueos quisieron atacarlo, pero ya había muchos troyanos para defenderlo. Nadie pudo hacerle daño.

Héctor tuvo que salir de la batalla. Los aqueos tomaron la ofensiva y dejaron en el suelo a muchos de Troya.

Canto 15

Los troyanos tuvieron que pasar el muro y el foso de regreso. No se detuvieron hasta que llegaron donde estaban sus caballos. En ese momento despertó Zeus y los vio perseguidos por Poseidón. También observó a Héctor herido y fuera de combate.

—Tu engaño hizo que Héctor dejara de pelear —le dijo Zeus a Hera, muy molesto—. Debería castigarte. Recuerda que ya lo he hecho.