La Iliada página 5

Los dos héroes entraron al campamento enemigo. Atacaron a muchos hombres de Troya en silencio. De pronto los troyanos los escucharon y fueron muchos a atacarlos. Diomedes y Ulises tomaron un carro y se fueron de ahí rápidamente hacía donde estaban los aqueos.

Al llegar, le contaron a Néstor todo lo que había sucedido, se bañaron, se sentaron en la mesa y comieron en honor de Atenea.

Canto 11

Agamenón se despertó y se vistió con sus armas. Salió hacia donde estaba su ejército para que todos se prepararan. Lo mismo sucedió con los troyanos, que ya estaban listos para la batalla. Parecía que Héctor estaba en todos lados, pues le daba ánimos tanto a los que estaba hasta adelante como a los de atrás.

La batalla comenzó y todos atacaron con mucha fuerza. Agamenón estaba hasta el frente y le causó muchas bajas al ejército enemigo. Dos troyanos iban a ser alcanzados por su espada cuando le pidieron que los hiciera prisioneros a cambio de muchos tesoros. Agamenón no le hizo caso, porque ellos antes ya le habían hecho daño a Menelao. Atacó a uno con la lanza y al otro con la espada.

Zeus le dijo a Iris, la diosa de las alas doradas lo siguiente:

—Ve con Héctor. Dile que mientras Agamenón siga atacando con fiereza él no podrá hacer nada. Pero sí es herido con lanza o con flecha, le daré fuerza de nuevo para atacar a sus enemigos hasta la noche.

Iris voló para decírselo a Héctor, quien la escuchó atentamente. Muchos troyanos intentaron atacar a Agamenón, pero no lo lograban. Sólo Coón, quien se puso detrás de él sin que lo notara, logró herirlo con su lanza en el brazo. Al jefe de los aqueos le dolió mucho pero siguió luchando.

Poco tiempo después, Agamenón tuvo que ser retirado de la batalla, pues ya no podía con el dolor. Al ver esto, Héctor animó a los troyanos para que pelearan con más valentía. Se fue a la primera fila de la batalla y atacó con toda su fuerza a todos los aqueos que se le ponían enfrente.

—Ven, ponte a mi lado y vamos a atacar a Héctor juntos —le dijo Ulises a Diomedes.

—Lo haré con valentía, aunque Zeus quiere que hoy ganen los de Troya.

Ellos dos atacaron y vencieron a muchos troyanos. La batalla estaba muy pareja. Diomedes vio que Héctor ya iba a atacarlos. Le arrojó su lanza que dio en el casco del jefe de los troyanos. No logró romperlo, pero Héctor cayó de rodillas por el golpe. Diomedes estaba furioso porque Apolo había salvado de nuevo al de Troya.

Paris, que estaba escondido, le dio con una flecha a Diomedes en el pie.

—No eres más un mujeriego que sólo sabe usar el arco y luchar de lejos. La herida que me hiciste no me duele.

Ulises se paró entre Paris y Diomedes mientras éste se arrancaba la flecha del pie. Un terrible dolor hizo que se lo llevaran a los barcos.

Ulises se quedó solo entre enemigos que lo rodearon. El héroe dio un gran salto y atacó a varios. Uno de ellos le dio con su lanza, pero Atenea no permitió que la herida fuera mortal. Un soldado le dijo a Áyax:

—Escucho gritar a Ulises.

Juntos fueron hacia donde estaba. Ulises seguía rodeado y muchos lo atacaban. Áyax, con su gran escudo lo cubrió, mientras Menelao lo sacaba de ahí. Los troyanos huyeron al ver que eran héroes quienes lo rescataban. Áyax fue contra ellos y dejó a muchos en el suelo.

Héctor no se había dado cuenta de esto porque estaba del lado izquierdo de la batalla. Un mensajero fue a decirle:

—Héctor, mientras tú estás derrotando a todos aquí, en otra parte Áyax está acabando con nuestro ejército.

Héctor fue hacia allá, atacando a muchos aqueos. Zeus metió miedo en Áyax y éste no supo que hacer. Guardó su espada y comenzó a caminar lentamente. Se alejó de la batalla y estaba triste porque tenía miedo por los barcos de los aqueos. Los troyanos se dieron cuenta de que el héroe no estaba luchando y lo atacaron con más fuerza. Uno le dio con su espada y los aqueos tuvieron que quitarle la armadura para revisarlo. Al hacerlo, Paris le dio con una flecha en el muslo a quien lo estaba cuidando.

Muchos aqueos fueron a cubrir a Áyax y a Néstor. Se pusieron en círculo alrededor para que no los atacaran. La lucha continuaba mientras Aquiles, ya en su barco, observaba la derrota de los aqueos.

—Patroclo, averigua a quién están sacando de la batalla —le dijo Aquiles a su compañero de batalla.

—Es a Néstor —dijo Patroclo después de haber ido.

Patroclo había escuchado todo el rencor que le tenían a Aquiles por no ayudarlos. También vio a Ulises herido y escuchó a uno de los jefes aqueos decir que ya no habría salvación para ellos.

Canto 12

Los aqueos se encontraban detrás de la muralla que habían construido y de un foso que cavaron para que los troyanos no pudieran pasar. No podían pasar el foso porque era muy profundo pues tenía precipicios y estacas en los bordes.

Un hombre sabio le dijo a Héctor que cruzaran a pie, pues los caballos se resbalaban o no podían subir. Se dividieron en cinco grupos al mando de los mejores jefes. Uno de ellos lo comandaba Héctor y otro su hermano.

Hubo una gran batalla. Sólo un dios podría contar todo lo que sucedía en tantos lugares. Héctor ya iba a cruzar el foso junto a los más valientes guerreros, pero se detuvo cuando vio un águila encima de ellos. En sus garras llevaba un dragón que la mordió terriblemente en el aire. El águila lo dejó caer.