Era importante llevar al Duncan a Melbourne. Tenían que repararlo. Por eso mandaron el barco hacia allá. Los demás irían por tierra. Sólo se tardarían un mes, así que lady Elena y Mary Grant, los acompañarían. Paganel dijo que no había salvajes ni fieras, por tanto, era un viaje seguro.
Ahora el Duncan sería llevado por Tom Austin. El granjero Paddy les dio comida, caballos y una carreta tirada por bueyes con lo necesario para el viaje.
El camino no era difícil. Iban a buen paso. Así, llegaron a la provincia de Victoria. Dos días después, estaban en el río Wimerra. Era necesario cruzarlo con todo y la carreta. Buscaron la parte menos profunda para hacerlo. No había puentes ni otra forma de pasar. Por eso caminaron por el agua. Todo iba bien, hasta que el río se volvió más profundo. Algunos bueyes se resbalaron y era necesario agarrarlos de los cuernos para guiarlos. De pronto, ¡el carro comenzó a hundirse y la corriente lo jalaba! Dentro estaban Mary Grant y Lady Elena. Todos hicieron un esfuerzo por sostener la carreta y a los animales para que no se los llevara el río.
Fueron momentos de miedo. Al final, lograron llegar a la orilla. Por desgracia, uno de los caballos perdió dos herraduras y al carro se le rompió una de las ruedas. Tenían que reparar ambas cosas. Ayrton se ofreció a ir al pueblo más cercano y conseguir a alguien que lo hiciera. Al amanecer, volvió con un herrero. Reparó la carreta y le puso nuevas herraduras al caballo. A las dos horas, continuaron su viaje.
Capítulo 9: El tren
Dos días después, llegaron a un camino con vías. De pronto, vieron a mucha gente corriendo. ¡Gritaban y se agitaban! Al llegar al lugar, supieron que un tren se descarriló. Iba sobre un puente y los cinco primeros vagones cayeron al río. La gente gritó: “¡El puente se ha roto!”.
Pero no era verdad, porque esos puentes se elevan para que pasen los barcos. Lo que sucedió, fue que no lo bajaron a tiempo y por eso ocurrió el accidente. La policía llegó. Tenían que averiguar los hechos y también rescatar a los heridos.
Después de mucho investigar, descubrieron que al puente no lo bajaron a propósito. ¡Un grupo de ladrones robó todo lo que había en el último vagón! Los viajeros siguieron su camino en cuanto despejaron las vías.
Al día siguiente, llegaron a un lugar donde había muchas casas. Era un pueblo llamado Seymour. Mientras cenaban, se dieron cuenta que en la calle las personas estaban inquietas. Fueron a ver qué sucedía. Estaban repartiendo un periódico de Australia-Nueva Zelanda. Se había descubierto quién provocó el accidente del tren. Era una banda muy peligrosa de veintinueve malhechores. Su jefe era un criminal llamado Ben Joyce. La policía les dijo a las personas que debían tener cuidado de no encontrarse con ellos. Paganel se guardó un periódico. Los viajeros se preocuparon, pues aún les faltaba mucho camino por recorrer. Luego siguieron adelante sin miedo, pero con precaución.
El viaje fue caluroso. Los caminos se tenían que subir con mucho trabajo. Estaban llenos de piedras y eso hacía más difícil el paso de la carreta y los animales. Había zonas que eran muy peligrosas. La noche los alcanzó
.Al amanecer, el viaje también fue complicado. De pronto, en medio de unas montañas, encontraron una casa donde vendían comida. Ahí vieron un letrero que decía: Recompensa por Ben Joyce, jefe de los ladrones del tren descarrilado.
Continuaron su camino de subida. A veces tenían que empujar la carreta para ayudar a los bueyes. Varias veces estuvo a punto de caer por los barrancos. Luego ataron a los caballos para que ayudaran, pero uno de ellos murió de pronto. Estaban ya sin fuerzas. Hasta el día siguiente llegaron a la cima de la montaña
Al amanecer, comenzaron el camino para abajo. Ayrton les dijo que debían llegar al océano Pacífico. Que ahí los alcanzara el Duncan. Creyó saber dónde encontrarían algo del Britannia. Hasta ahora, este hombre era su pista más cercana al capitán Grant. Pero Nabbs y Mangles no quisieron. Prefirieron esperar hasta llegar a Twofold Bay, antes de decidir.
Hacía tanto calor que el caballo de Paganel cayó muerto. Esto los preocupó, pues era al segundo que le pasaba eso. Ya no sabían si era cansancio, pues eran animales fuertes. También podía ser una enfermedad. En ese caso, pronto morirían los demás caballos, causándoles un retraso.
Por la noche, la preocupación creció pues otro caballo y un buey murieron. Lo peor, es que en ese lugar no había dónde conseguir más animales. Vieron a los que aún estaban vivos y parecían sanos. Por eso pensaron que quizá ya no tendrían más pérdidas.
Al día siguiente, los animales resistieron bien. Por la noche, llegaron al río Snowy que tenía mucho lodo. Cuando buscaban dónde acampar, Ayrton les avisó que la carreta se atascó. Tuvieron que soltar a los bueyes y dejar el carro, pues estaba muy oscuro. Al amanecer intentarían sacarlo.
A la una de la mañana, Nabbs se despertó. Había una luz que no lo dejaba dormir. Se levantó para averiguar qué era. Descubrió un enorme campo de hongos fosforescentes. Cuando iba a buscar a Paganel para enseñárselos, vio sombras entre los árboles. Se agachó y vio a un grupo de hombres buscando huellas. Él se arrastró entre las hierbas para seguirlos.
Al amanecer, escucharon a los animales muy agitados. Fueron a buscarlos, pero sólo encontraron un caballo y un buey. El resto estaban muertos. Eso era un problema, pues necesitaban más para sacar la carreta del lodo.
Descubrieron que el único caballo vivo era el que tenía las herraduras que dejaban una marca diferente en el piso.
Trataron de sacar la carreta, hasta que se dieron por vencidos. No debían cansar al buey y al caballo que les quedaban. Por eso continuaron caminando. Las mujeres iban en el caballo y las provisiones en el buey.
Pensaron que lo mejor era cruzar el río y llegar hasta Twofold Bay. Sólo que la corriente era muy fuerte. Ayrton no estaba de acuerdo. Opinó que debían quedarse ahí. El camino era muy difícil y más aún sin animales. Les propuso enviar a alguien con un mensaje al Duncan, para que navegara a Twofold Bay. Los demás buscarían un camino para continuar cuando volviera el mensajero. Así que después de mucho discutirlo, aceptaron su plan. Él era el indicado para ir al barco. Conocía mejor que ellos el lugar. Los demás esperarían ahí una semana. Esto hizo desconfiar a Nabbs y Mangles, que guardaron silencio.
Edward escribió el mensaje para Tom Austin. Mientras, Nabbs lo observaba.
―¿Cómo se escribe ese nombre? —dijo Nabbs.
―Así, como se escucha: A-y-r-t-o-n ―respondió lord Edward.
―No es verdad ―interrumpió Nabbs―. Se pronuncia Ayrton, pero se escribe: ¡Ben Joyce!