El final
Aquella tarde el hombre invisible se dio cuenta del plan de Kemp para atraparlo, porque todas las casas estaban cerradas, al igual que los negocios, así no tendría oportunidad de buscar comida y moriría de hambre. Aún con todo eso, Griffin había logrado comer y dormir, y le mandó una carta a Kemp diciéndole que comenzaba una nueva época, donde el hombre invisible dominaría.
Griffin comenzó a romper todas las ventanas de la casa del doctor Kemp. Adye salió para atraparlo, pero el hombre invisible le quitó su arma. El coronel quedó fuera de combate.
El hombre invisible entró destruyendo la puerta de la cocina con un hacha, hubo una lucha de la que de nuevo logró escapar Griffin, pero de la que también salió herido. Kemp huyó hacia la casa de su vecino, pero como no lo dejaron entrar por miedo a que el hombre invisible se metiera a su casa.
Se fue huyendo por la carretera. Como él sí traía zapatos, podía correr fácilmente, en cambio, el forastero se iba enterrando cristales en el camino en sus pies descalzos. Cuando llegó al pueblo, comenzó a gritar que el hombre invisible lo perseguía, y como todos ahí lo odiaban, tomaron lo que tenían a la mano para usarlo como arma. Entonces Kemp se paró y dijo:
—¡Rapido! Hagan una línea, está por aquí cerca.
En ese momento le dieron un golpe detrás del oído y mientras caía, soltó un manotazo al aire. El hombre invisible lo tomó de la garganta, pero como el doctor sabía que Griffin estaba lastimado de una muñeca, lo tomó de ahí, haciendo que el atacante gritara. Así los peones se dieron cuenta de dónde estaba y uno de ellos le pegó con una pala en la espalda.
Kemp logró abrazarlo y todos corrieron a golpear al hombre invisible. Kemp tuvo que sacarlo de ahí. Le tomó el pulso, y ya no sintió nada. De pronto, el hombre invisible comenzó a tener color. Los órganos y la piel comenzaron a aparecer. De inmediato lo cubrieron.
Epílogo
Así termina la historia del hombre invisible. Si quieres saber más de él, tienes que ir a una posada que se encuentra en Port Stowe y hablar con el posadero, que es un hombre bajito, de piel sonrosada y a veces usa un gran sombrero de pieles. Por cierto, dicen que tiene unos libros y que jamás se los dará a nadie porque son muy peligrosos.